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Historia de la caída del Reino de Alur

El Reino de Alur vivía una época próspera, sus habitantes sembraban las cosechas y construían sus aldeas en paz, fue la época de oro en que el Rey Llama y su corte de Nobles vigilaban y protegían a una población que se expandía, y crecía en riqueza y gloria guerrera.  Fue la época de los Torneos entre caballeros y de las Casas Antiguas cuyos blasones ondean en el Castillo de la Llama.  Pero esta paz no sería eterna, monstruos cada vez más poderosos empezaron a aparecer en sus fronteras,  no eran las criaturas de siempre, que los campesinos armados podían abatir con picos y azadones, en cambio, cada vez con mayor frecuencia se hizo necesario invocar caballeros y soldados para exterminarlos.  Pero el número y poder de las bestias creció y acabaron por superar incluso a las fuerzas de todas las Casas de Alur unidas bajo una bandera común.  Los pueblos fueron saqueados y los pobladores exterminados. Los sobrevivientes se vieron obligados a huir, y tras muchas jornadas llegar a una tierra y rica que estaba libre de monstruos.  Pero los inteligentes alurianos sabían que eso no dudaría, que las criaturas temibles los seguirían e intentarían acabar con ellos, porque un oscuro designio del que nada sabían así lo había indicado. Por ello el Reino exiliado convocó a los más hábiles hechiceros y armeros, para dotar a los defensores de Alur de múltiples habilidades y poderes. Al final, con gran arte y astucia fueron creadas 6 clases de combatiente y fueron invocadas por alquimistas y magos 300 habilidades nuevas que podrían otorgarles.  Los Magos además lograron algo sorprendente, que las criaturas más peligrosas fueran confinadas a calabozos en vez de poder vagar por el mundo común.  Cada vez que se acercaban demasiado los monstruos eran mágicamente confinados en mazmorras donde los héroes podrían combatirlos sin poner en peligro los nuevos pueblos de Alur.